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El invierno pasado fue excepcionalmente cálido y el verano pasado se batieron récords de temperatura en muchas partes de Europa. Muchas regiones soportaron largas e intensas olas de calor, con temperaturas que superaron los 40 grados centígrados. Las temperaturas estivales medias fueron las más altas registradas en Europa.
Las olas de calor son la mayor amenaza sanitaria directa relacionada con el clima para la población europea. Las inundaciones, los incendios forestales, las tormentas y las enfermedades infecciosas sensibles al clima también amenazan en gran medida nuestra salud y nuestro bienestar. La situación no hará sino empeorar a menos que se tomen las suficientes medidas de adaptación al cambio climático y de mitigación de sus efectos.
Los ancianos, los niños, los grupos con menores ingresos y las personas con problemas de salud o discapacidad son los más afectados por el cambio climático, según un reciente estudio de la AEMA. La distribución de las amenazas medioambientales y su repercusión en la salud humana son un fiel reflejo de las diferencias existentes en los niveles de renta, desempleo y educación en el conjunto de Europa, según un informe de la AEMA de 2019.
El cambio climático, sumado al envejecimiento de la población y la creciente urbanización en toda Europa, implican que muchas personas vulnerables estarán expuestas a las altas temperaturas, sobre todo en el sur y el centro de Europa. Estos grupos se verán más expuestos porque muchas escuelas y hospitales están situados en zonas que experimentan el efecto «isla de calor» de las ciudades.
Las altas temperaturas pueden provocar estrés térmico, lo que aumenta el riesgo de muerte por agotamiento y golpe de calor. También tienen otros efectos indirectos en la salud, como el empeoramiento de la salud mental. En general, se estima que las olas de calor han causado en torno al 90 % de las muertes atribuibles a fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en Europa a lo largo de las últimas cuatro décadas.
El cambio climático también trae consigo más inundaciones. En algunos países, en las zonas expuestas a inundaciones suele vivir un mayor porcentaje de personas mayores y desempleadas. Puede que esas personas no puedan mudarse ni pagar un seguro o reformas que protejan adecuadamente sus viviendas frente a las inundaciones, según un análisis de la AEMA.
Además, existe otra amenaza emergente: la posibilidad de que, a causa del clima, se propaguen diversas enfermedades infecciosas por Europa El dengue y la fiebre del Nilo Occidental se están extendiendo a zonas de Europa no afectadas anteriormente.
Nota: para estimar el número de muertes relacionadas con el calor en el periodo 2000-2020 se combinaron modelos epidemiológicos con datos semanales de temperatura y mortalidad. Se ajustó la tendencia lineal a la serie temporal anual de la incidencia de la mortalidad relacionada con el calor, cuya pendiente representa el indicador expresado en muertes anuales por millón de habitantes y década. Se utilizaron las regiones más pequeñas posibles, en función de la resolución espacial de los datos de mortalidad de cada país, de la nomenclatura NUTS (3) a los países. No se disponía de datos sobre Turquía, Bosnia y Herzegovina, Kosovo (en virtud de la Resolución 1244/99 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas) ni Macedonia del Norte.
Fuentes: van Daalen et al. (2022).
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Los riesgos para la salud que plantean las olas de calor aumentarán a menos que se adopten nuevas medidas de adaptación al cambio climático y de mitigación de sus efectos. Por ejemplo, el establecimiento de sistemas de alerta pública, la sensibilización, la puesta en marcha de medidas de aplicación inmediata en centros sanitarios y sociosanitarios, el aumento de los espacios verdes en las ciudades, la mejora del diseño de los edificios y la adaptación de las jornadas laborales podrían proteger a las personas, según el informe realizado en la AEMA.
Sin embargo, las medidas de adaptación rara vez benefician a todas las personas por igual. Para garantizar que los grupos más vulnerables no se queden atrás es necesario que las acciones les beneficien específicamente. Por ejemplo, se pueden crear espacios verdes en las zonas donde más se necesitan. Para que la adaptación sea equitativa es preciso que los grupos vulnerables tengan voz en el proceso. Los beneficios para la salud de los espacios verdes urbanos, en especial para los niños y las personas mayores, están ampliamente demostrados.
La UE ha puesto en marcha una serie de leyes, políticas y medidas para fomentar la adaptación que orientan a las autoridades nacionales, regionales y locales a la hora de mejorar la capacidad de resistencia y de respuesta para así proteger la salud humana.
En este sentido resulta clave la Legislación Europea sobre el Clima, que hace de la adaptación una obligación legal. Además, el Pacto Verde Europeo promueve la adaptación con el objetivo de proteger la salud y el bienestar de los ciudadanos frente a los riesgos y efectos relacionados con el medio ambiente. Todo ello se complementa con la Estrategia de adaptación al cambio climático de la UE, que establece el modo en que la UE debería adaptarse y ser resiliente a los inevitables impactos del cambio climático de aquí a 2050.
La estrategia incluye impulsar el uso de los datos a través del centro de conocimientos sobre adaptación de la UE, la Plataforma Europea de Adaptación al Cambio Climático. También pasa por acelerar las actuaciones y garantizar que las medidas de adaptación sean asumidas por todos los niveles de gobierno. Además, se ha creado el Observatorio Europeo del Clima y la Salud para facilitar a las autoridades el acceso a recursos que puedan ayudarles a anticipar y minimizar las amenazas para la salud que provoca el cambio climático.
En la actualidad, todos los Estados miembros de la UE cuentan con políticas nacionales de adaptación. Más de trescientas regiones y autoridades locales europeas participan en la misión de adaptación de la UE para mejorar la resiliencia frente a los efectos del cambio climático.
Image source: © Israil Pavel-Alexandru, Well with Nature /EEA
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